La vivienda hace tiempo que dejó de concebirse como ese objeto deseado, meditado durante años y que se adquiere para toda la vida. "Ni los constructores, ni los propios ciudadanos piensan así". Esta es una tendencia que, junto a otros factores, ha propiciado la espiral de especulación y urbanismo salvaje que esta acabando con las playas con la costa y con cuanto lugar está libre para especular.
La crisis del capitalismo especulativo al que asistimos atónitos también tiene mucho que ver con determinadas concepciones de la cultura y el tipo de ciudad que habitamos. El modelo de desarrollo urbanístico y de organización territorial que una comunidad emprende, refleja y condiciona el tipo de individuo que dicha sociedad promueve e impulsa.
La dinámica financiera en la que estamos viviendo estas últimas décadas ha provocado una gran competencia en el mercado inmobiliario. La prioridad de la política urbanística ha sido el crecimiento económico y el desarrollo de nuevas posibilidades de negocio, de modo que se ha sustituido el enfoque gestor y regulador, característico del urbanismo Fordista-Keynesiano, por una visión empresarial y proactiva que ha subordinado los objetivos sociales a la lógica de la competitividad.
Durante esta última década, Lima se ha convertido en uno de los booms de la construcción regido por la norma de incrementar el valor especulativo. Sin embargo la poca transparencia característica del mercado de suelo e inmobiliario es la principal causa que hace que en todos los mega proyectos urbanos exista especulación, donde el precio de los terrenos o de las viviendas se ve alterado muchas veces por externalidades o plusvalías que nunca llegarán. En fin, los casos y causas de la especulación inmobiliaria son muchísimos, y varían dependiendo del lugar, los actores, el mercado, etc.
En el mercado capitalista, se vive con el mito de que la oferta-demanda equilibra los precios. Es decir, si hay gran cantidad de oferta de un producto determinado, el mercado, para equilibrar la capacidad de absorción de la producción, baja los precios. Por eso, producir mucho, supone vender a menor precio, y por eso se debe hacer todos los esfuerzos para mantener su precio y obtener ganancias.
La profesión de arquitecto, la manera de ejercer la acción arquitectónica con el concepto que hemos venido manejando hasta ahora, parece estar en vía de extinción. Lla responsabilidad hay que buscarla en el negocio inmobiliario (en la especulación inmobiliaria) que determina el precio del suelo.
Desarrollado por LLIKA
Comentarios recientes