Percy Cayetano Acuña Vigil

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EL CALIFATO DEL EI

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EL CALIFATO DEL EI: PERCY C. ACUÑA VIGIL

La guerra, como bien avisó Clausewitz hace siglos, es el enfrentamiento de dos voluntades opuestas y el deseo de imponerse la una sobre la otra por la fuerza. No es una frase baladí, porque lo que se deduce es justo lo que todos los historiadores militares deberían saber: que la victoria se produce cuando el otro se da cuenta de que no puede ganar. Ese es el verdadero punto de inflexión en todo conflicto.

En el caso del EI este no sólo es terrorista sino un grupo insurgente que cuenta con territorio algo que los terroristas no suelen hacer: el control del suelo y su administración económica, social y religiosa. A medida que su base geográfica se expandía, el EI se comporta más y más como un grupo insurgente. Por lo tanto en la guerra contra el Estado Islámico, lo primero que habría que hacer es privarle del sentimiento de victoria.

El Estado Islámico (EI) es un grupo terrorista insurgente, de naturaleza yihadista suní, autoproclamado califato, asentado en un amplio territorio de Irak y Siria. El grupo es controlado por radicales fieles a Abu Bakr al-Baghdadi, autoproclamado «califa de todos los musulmanes». Técnicamente el grupo se organiza como un Estado no reconocido, ya que controla de facto varias ciudades como Mosul, Faluya, siendo esta última considerada su capital [[1]].

Originalmente conocido como Organización para el Monoteísmo y la Yihad, surgió como una organización terrorista próxima a Al Qaeda para hacer frente a la invasión de Irak (2003), siendo dirigida por Abu Musab al Zarqaui. Tras su muerte, el nuevo líder, Rashid al-Baghdadi, bajo la tutela de Osama ben Laden, se expandió por varias de las gobernaciones de Irak. Durante este tiempo se proclamó como Estado Islámico de Irak, y su cuartel general se encontraba en la ciudad de Baquba. En abril de 2013, el grupo pasó a ser el «Estado Islámico de Irak y el Levante» para reflejar su involucración en la guerra civil siria.

Además no se debe olvidar que el Estado Islámico es un movimiento revolucionario que sólo encuentra su sentido desde el islam. Da igual la variante que se quiera. Responde a una corriente teológica y, por mucho que sus actos nos parezcan bárbaros, están plenamente legitimados para muchas de las autoridades religiosas que pueblan el islam hoy, ayer y antes de ayer.

Esta separación que se hace entre yihadismo e islam es peligrosa porque tiende a oscurecer el proceso que lleva a miles de jóvenes en Europa a rechazar ser parte de nuestras sociedades, simpatizar con las causas islamistas, apoyar a los grupos combatientes y, finalmente, formar parte de ellos y llegar, incluso, a inmolarse por su guerra santa.

Para este yihadismo su guerra no se gana o pierde por el balance de fuerzas a las que se está habituado,  sino por el balance de debilidades. Y, actuando como hasta ahora actuamos, nos ven mucho más débiles que ellos. Silenciar este componente es dar alas a los extremistas y radicales. No comprender el actuar en los recientes hechos en Francia, Bélgica y España en su verdadera dimensión traerá consecuencias.

Las evidencias muestran que el califato en Siria e Irak (Estado islámico de Irak y del Levante, o Daesha) y en otras zonas será derrotado, pero a un alto costo de muchas vidas, sufrimiento y quiebra social, económica y política de muchos países de mayoría musulmana, no solo árabes, en África y Asia. Además está produciendo un reordenamiento de las alianzas políticas en los países en disputa y su vecindad, junto con mayor poder para las fuerzas militaristas y militares alterando el equilibrio geopolítico vital para la paz en el medio oriente.

Es evidente que en el Cercano Oriente lo más significativo es el por ahora aparente tenue alineamiento entre Estados Unidos e Irán, así como su cooperación militar con Turquía. Sin embargo la influencia de Rusia es también importante y vital en este nuevo ajedrez del poder.

La evidencia muestra que el EI es además un grupo fanático de carácter político religioso que se ampara de una religión monoteísta excluyente, de alcance mundial, que promete la salvación en el más allá como premio al sacrificio terrenal. Esta es su careta para justificar su accionar terrorista como vía para obtener poder.

El Estado islámico tiene mucho en común con el grupo terrorista Al Qaeda [[2]], del que se escindieron sus dirigentes, su orientación salafista – wahabí (que es también la de la gran mayoría de los mahometanos en el mundo, en particular de la teocracia de Arabia Saudita y de la inmensa mayoría de la población del Estado laico de Turquía) es antagónica con el islam chiita (mayoritario y religión oficial en Irán, siendo minorías fuertes en varios países). También tienen en común su antagonismo con Occidente; pero para Al Qaeda este es lo central de su estrategia, mientras que para el Estado islámico su objetivo principal inmediato es el exterminio de los chiíes.

Se dice que el EI supera a Al Qaeda al tener efectivamente al menos un Estado, algo tangible, aunque con fronteras flexibles, con extenso y amplio control territorial, de países desgarrados por guerras y guerras civiles, en las que ejerce algún tipo de funciones estatales.

Igualmente se dice que otro elemento que le da superioridad es un mejor conocimiento del enemigo militar, gracias a los altos oficiales del Ejército y de la Inteligencia de Sadam Husein, desbandados a raíz de la ocupación norteamericana, pero que anteriormente habían sido adiestrados por norteamericanos para reforzar su capacidad de enfrentamiento con Irán.

Además que el gobierno chií instaurado por los norteamericanos en Bagdad se ha enemistado con la mayoría suní y tiene fuerzas armadas que destacan por su ineptitud, desmoralización y corrupción. A esto se suma que las eficaces fuerzas armadas sirias, que podrían ser un aliado para derrotarlos, se enfrentan a múltiples levantamientos en todo su territorio, lo que ha facilitado el control de gran parte del país por el EI.

La información señala que el EI dispone de muchos recursos, por el control de muchos pozos petroleros y la exportación de sus productos, por los impuestos y aranceles de importación que recauda, por las extorsiones que realiza con amenazas y toma de rehenes, por petróleo y electricidad al parecer incluso para Damasco, capital de Siria, y por aportes desde sus simpatizantes en Occidente (y al parecer desde políticos y millonarios de Estados árabes). Se dice que, a pesar de que el consumo de drogas es drásticamente reprimido, cultiva cannabis para exportación.

Los relatos de refugiados y la publicidad del EI muestran ajusticiamientos de sus enemigos y sanciones a infractores de su legislación represiva, aplicando estrictamente la sharia, pero a la vez, frente al caos previo, los defensores del EI argumentan que garantizan tanto un orden básico como el suministro de agua y electricidad a la gran mayoría de la población que oprimen, facilitan el comercio y la producción, mantienen en sus puestos a gran parte de los funcionarios, y tienen políticas flexibles frente a demandas específicas mientras no contradigan sus normas religiosas.

Estos defensores del EI justifican el actuar del EI al reconocer que la inmensa mayoría de los musulmanes del mundo y de su clero (salafista) o expertos en religión (chiíes) interpretan su religión como pacífica y tolerante (claro que con subyugación o severa restricción de las libertades de las mujeres y otros rasgos reaccionarios).

Frente a este nuevo tipo de terrorismo algunos defensores del EI argumentan que se debe tener presente que el mayor desarrollo de las ciencias y de la cultura, es lo que ha creado las condiciones para una lenta pero sostenida superación del sectarismo religioso en Occidente y es lo que requieren las poblaciones del medio oriente para desarrollarse, evidentemente se argumenta esto para distraer el avance en el poder que seguirían eventualmente adquiriendo y a costa del flajelo de inocentes.

También se argumenta que independientemente de las acciones militares contra este estado insurgente, es la globalización lo que más debe erosionar el Poder del islamismo retrógrado (así como de otras autocracias), por lo que actuando a estos dos niveles es lo que se prevé terminaría por eliminar el terrorismo del EI.

Pero este combate se debe dar en su verdadera dimensión, por lo tanto en la guerra frontal contra el Estado Islámico, lo primero que habría que hacer es privarle del sentimiento de victoria. Para esto además aquí no se puede evitar el enfrentar el yihadismo del EI y el  islam. 

No comprender el actuar en los recientes hechos en Francia, Bélgica y España en su verdadera dimensión traerá consecuencias negativas ya que la actual estrategia contra el EI no lo hace.

Otro además es que no se debe dejar de tomarse en consideración que esta zona es la que mayor interés tiene desde el punto de vista geopolítico pues aquí se encuentran las reservas más importantes de petróleo del mundo y es el núcleo de los intereses del poder económico y político, lo que los defensores del EI no mencionan. 

Aquí se encierra tambien el otro nudo gordiano de la Geopolítica en la región.

Consultar: Guerra contra el EI. Loretta Napoleoni.

El Fenix Islamista: Loretta Napoleoni

Noticias del EI: 18-08-2015 El País. Madrid


[1] «La guerra contra el Estado Islámico: cómo no ganarla». Grupo de Estudios Estratégicos. 17 de septiembre de 2014.

[[2]] Al Qaeda (en árabe: lq`d@ ?al-Qa?idah: ‘la base’) o Al Qaida es una organización paramilitar, yihadista, que emplea prácticas terroristas y se plantea como un movimiento de resistencia islámica alrededor del mundo, mientras que es comúnmente señalada como una red de terrorismo internacional. Su fundador, líder y mayor colaborador fue Osama ben Laden

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